martes, 10 de abril de 2012

Semejanzas y Diferencias: Testimonio de dos jóvenes con discapacidad auditiva

Tengo 22 años de edad, estudio el séptimo trimestre de la carrera de Comunicación en la UAM-Xochimilco y me interesan la prensa y la televisión. Ararú me encomendó la tarea de entrevistar a Fernando Flores Navarro, quien tiene 28 años de edad, estudió Diseño Industrial en la Universidad Iberoaméricana y ahora dirige su propio negocio de fabricación de cocinas industriales y calefacción para interiores.

Fernando y yo tenemos varias cosas en común: ambos somos jóvenes independientes, ambos tenemos sordera profunda, nunca estudiamos en escuelas especiales, nuestros padres y hermanos son oyentes y, tanto Fernando como yo, hablamos español en forma clara y completa.

Durante la entrevista conversamos acerca de la visión que cada uno tiene respecto de su rehabilitación así como nuestras experiencias y nuestro sentir sobre la sordera.

No se sabe si nací sordo o si perdí la audición debido a alguna infección muy fuerte. Quizás mi pérdida auditiva tuvo que ver con alguna medicina agresiva. Cuando mis papás supieron que yo no oía, el diagnóstico de los doctores fue que yo nunca hablaría y que sólo aprendería unas cuantas palabras. Ellos se sintieron impotentes, enfrentados a algo que no conocían. Sintieron dolor y se preguntaron si algo habían hecho mal. Los dos tenían su propia idea acerca de cómo ayudarme, y eso los hacía enfrentarse entre ellos y tener problemas de comunicación. Ambos son profesores universitarios de Física. Todavía hoy enfrentan sus diferencias, pero han dado muchos pasos.

Tengo dos hermanos mayores a quienes mis papás involucraron en la ayuda que yo necesitaba. Se dio una ardua y continua búsqueda de las mejores opciones de terapias y escuelas para satisfacer las expectativas de mis papás, porque ellos no querían verse excluidos de mi proceso educativo ni de mi desarrollo. Querían tener comunicación con maestros y terapeutas así como un seguimiento de mi desempeño escolar y social.

Algunas veces fue muy útil que mis papás fueran, previo acuerdo con el maestro, a mi salón de clase a informar a mis compañeros sobre el sonido, la sordera y el funcionamiento de mis auxiliares auditivos. Eso, aunque me exponía y no me gustaba, hacía que los demás estuvieran sorprendidos y más cercanos a mí.

Fernando, ¿cómo fue el apoyo que te brindó tu familia? "Mis papás me apoyaron desde el principio. Mi mamá se dio cuenta que había nacido sordo debido a una falta de desarrollo de la cóclea.

"Recibí terapia durante 15 años para poder pronunciar todas las palabras, letra por letra. Aprendí cómo se pronuncian y por qué se hace así; memoricé la pronunciación para poder formar las palabras. Aparte de eso, mi mamá y mi papá hablaron con mis profesores y ante la junta de padres de mis escuelas, para que me pudieran apoyar mejor en el salón de clase. Siempre tuve el apoyo de mi familia -en el sentido escolar y social- para expresarme con libertad, comunicarme. En la secundaria me dejaron andar mi propio camino, tener libertad. Desde entonces no he tenido problemas de comunicación."

Recuerdo, de niño, haber sido señalado por otros niños por lo que llevaba en los oídos y percibir ciertas actitudes que subrayaban las diferencias en forma molesta: que te digan que hablas mal o te hablen de forma odiosamente lenta y exagerada porque creen que no entiendes. Por muchos años he tenido preocupación por saber lo que los demás perciben de mí. La creencia permanente de que soy diferente alimenta esa preocupación.

Otra consecuencia de sentirme distinto es creer que no se me puede querer y a veces no dejo que me quieran. Particularmente tengo inseguridad con mi voz, dicen que hablo como español, aunque además de castellano hablo italiano, portugués, inglés y algo de francés que estudié poco y casi no me acuerdo. Siento que mi voz es rara y por eso me he planteado el reto de conocerla como es y trabajarla. Por eso tomo clases de canto y estoy muy emocionado. Me gusta mucho.

¿En algún momento te sentiste diferente a los demás, Fernando? "Cuando adolescente, a los 14, 15, 16 años, tuve muchos cambios propios de la vida. Hubo una época uno o dos años, en que me sentí muy diferente porque los demás tenían su propia comunicación, su lenguaje. Yo tenía otro. El idioma es el mismo, claro, pero yo necesitaba que hablaran más despacio y claro para entender. A esa edad, nadie te tiene paciencia ni tiene la conciencia de lo que necesitas.
Con los años vas madurando. Entiendes el lenguaje del otro y haces el esfuerzo de no sentirte diferente, de inmediato te acoplas a la sociedad. Haces el esfuerzo por prestar atención y acostumbrarte al lenguaje de ellos. ¿Por qué? Porque son muchos y es casi imposible que todos se acostumbren la manera en que yo me comunico."

A mí, en general, me molestaba recibir mucha atención, también cuando corregían demasiado mi pronunciación. A veces no quería decir que no había entendido las cosas por miedo a que no quisieran repetírmelas o a que lo hicieran de mala manera. El sentirme sensible y diferente de los otros me ha hecho ser introvertido, observador y ecuánime, tiendo a aislarme, protegerme y disfrutar estando solo. ¿En algún momento tú te sentiste frustrado, triste o enojado?
"Mis amigos, mis papás y hermanos, saben bastante bien que yo no escucho igual que los demás y saben que hay que tener respeto, -responde Fernando.- Ellos me respetan, pero si no lo hacen, me molesta. Cuando eres adolescente hay veces que la gente no te respeta. Entonces, es difícil. Uno se siente frustrado, fracasado. Pero uno se siente así porque no se incorpora a la sociedad. Entopnces me integré; aprendí el lenguaje de ellos y ellos el mío".

Hablando de las relaciones sociales, yo siempre he tendido a reunirme con una sola persona a la vez. Aunque tengo varios amigos, muchas veces prefiero verlos por separado porque la plática puede ser más personal, espontánea y profunda. Mis mejores amigos son tres, de los cuales uno, Alejandro, es sordo como yo.

"Yo antes tenía muchos amigos -dice Fernando- salía con unos, a veces con otros, iba a fiestas, conocí gente. Pero ahora todo cambió. Cuando uno crece, termina la carrera, pues tiene que trabajar. A veces me reúno con mis amigos, una vez a la semana o una vez cada dos. ¿Por qué? Por el tiempo. A veces no lo tengo.Procuro aprovechar los fines de semana con ellos; vamos a comer. En ocasiones ellos, como la demás gente, se cansan del esfuerzo de tener respeto y hablar claro y fuerte para que uno entienda; pero si ves a los cuates una o dos veces por semana, no sienten el esfuerzo, pues tú lo haces. Amigos sordos tengo uno que se llama Jaime".

Con respecto a una pareja, soy idealista y a veces no veo en realidad a la persona con sus virtudes y defectos. A veces me entusiasmo desde la primera impresión, decido que esa persona va a funcionar conmigo para siempre, me aferro y lo que logro es hacer que se alejen de mí. Ahora tengo pareja y estoy muy contento porque aprendo mucho de mí. ¿Cuál ha sido tu experiencia?
"Al principio, en la adolescencia, las mujeres se acercaban por mi físico; ya después se fijaban en mi falta de audición. A ellas les importa si no puedes oír o si no hablas bien y no se fijan porque prefieren algo más. Por eso me sentí frustrado, pero aprendí de ello. He tenido cinco o siete novias, lo cual me sirvió para ser perseverante, muy perseverante.
Mi novia se llama Paulina y tenemos planes de casarnos el año próximo. Tengo amigos, amigas… me siento una persona tan común como tú."



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